L´hidre - univers tordant son corps écaillé dàstres.
Victor Hugo.
... Yo no podré nunca, escribir una línea como esa.
Jorge L. Borges.
Victor Hugo.
... Yo no podré nunca, escribir una línea como esa.
Jorge L. Borges.
Las palabras del poeta.
Las palabras del poeta
no pueden terminar con el hambre,
ni cerrar un banco,
ni pacificar a esos desquiciados con carnet,
ni callar a los medios de difusión
en nombre de la comunicación social.
Las palabras del poeta
ni siquiera pueden aspirar más allá en el tiempo:
No pueden modificar el trasfondo sicosocial
poniendo en sonidos bellos
lo precario y lo mundano.
Nunca podrán ser moneda de cambio para un indigente.
Y mucho menos,
para millones de ellos.
Las palabras del poeta
jamás podrán explicar de modo suficiente
el absurdo de la muerte,
el sentimiento del solo,
el registro de la vida,
ni mucho menos pretender interpretar
las guerras, las hambrunas, los calvarios.
Las palabras del poeta siempre
se quedan cortas frente a un verdadero amor.
No alcanzan para explicar las grandes teorías científicas,
así como no sirven,
a los efectos del mercado y de la bolsa.
Jamás servirán para descifrar el sentimiento religioso.
Y nunca abarcarán los contenidos de la conciencia humana.
Las palabras del poeta
son débiles,
frente a la atrocidad del sin-sentido.
Son pusilánimes,
frente al hecho de la negación.
Son incoherentes,
frente al futuro material y dialéctico.
Son insanas,
frente a la escala de valores que lleva a wall streat.
Las palabras del poeta
son su vida y como tal, requieren de la vivencia personal,
del registro interno de la acción.
Las palabras del poeta
se pintan en papel, se colorean,
se lanzan hacia lugares comunes.
Las palabras del poeta
pueden decir muchas cosas
y siempre tendrán sabor a menos.
Aún así,
las palabras del poeta,
son necesarias.
Por compromiso de libertad,
por verdaderas.
Pero no las confundas nunca, mi amigo,
con la lucha.
El poeta es un refinado contador de la sociedad.
Los luchadores sociales,
son los verdaderos poetas de la acción.
Buenos Aires diciembre 2002
Las palabras del poeta
no pueden terminar con el hambre,
ni cerrar un banco,
ni pacificar a esos desquiciados con carnet,
ni callar a los medios de difusión
en nombre de la comunicación social.
Las palabras del poeta
ni siquiera pueden aspirar más allá en el tiempo:
No pueden modificar el trasfondo sicosocial
poniendo en sonidos bellos
lo precario y lo mundano.
Nunca podrán ser moneda de cambio para un indigente.
Y mucho menos,
para millones de ellos.
Las palabras del poeta
jamás podrán explicar de modo suficiente
el absurdo de la muerte,
el sentimiento del solo,
el registro de la vida,
ni mucho menos pretender interpretar
las guerras, las hambrunas, los calvarios.
Las palabras del poeta siempre
se quedan cortas frente a un verdadero amor.
No alcanzan para explicar las grandes teorías científicas,
así como no sirven,
a los efectos del mercado y de la bolsa.
Jamás servirán para descifrar el sentimiento religioso.
Y nunca abarcarán los contenidos de la conciencia humana.
Las palabras del poeta
son débiles,
frente a la atrocidad del sin-sentido.
Son pusilánimes,
frente al hecho de la negación.
Son incoherentes,
frente al futuro material y dialéctico.
Son insanas,
frente a la escala de valores que lleva a wall streat.
Las palabras del poeta
son su vida y como tal, requieren de la vivencia personal,
del registro interno de la acción.
Las palabras del poeta
se pintan en papel, se colorean,
se lanzan hacia lugares comunes.
Las palabras del poeta
pueden decir muchas cosas
y siempre tendrán sabor a menos.
Aún así,
las palabras del poeta,
son necesarias.
Por compromiso de libertad,
por verdaderas.
Pero no las confundas nunca, mi amigo,
con la lucha.
El poeta es un refinado contador de la sociedad.
Los luchadores sociales,
son los verdaderos poetas de la acción.
Buenos Aires diciembre 2002
Presentación de Aromas y Huellas... en la Palermo Fest/Buenos Aires/Argentina
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